viernes, 11 de marzo de 2011

EL EVANGELIO

A estas alturas del cuento a nadie le interesa que su razón penda de un hilo. A la vecina del segundo, al chino de la esquina y especialmente a los que esperan el bus 133, les importa bien poco el desorden de su barba. Pero se cercioran de que la cartera siga bien segura en un bolsillo de la chaqueta, porque ya se sabe.

Es de esperar. En esta época de progreso telepático a la gente no le preocupa que amanezca encaramado en lo más alto de una grúa de construcción o que charle amenamente con las farolas de la plaza de Callao. Es normal que le esquiven al verle pelear contra algún andamio de Gran Vía. En estos tiempos de tecnología inalámbrica a nadie le sorprende verle hablar solo y nadie se detendrá para escucharle.

Pero en cambio con qué sorpresa, con qué pánico, con qué temblor de manos la gente marcará el número de la policía, cuando él se ha detenido encolerizado frente al portal 49 de la calle Alcalá y se ha puesto a lanzarle piedras mientras grita con furia

-¡Largo de la casa de mi padre! ¡Habéis convertido este lugar en una cueva de ladrones!

Desde luego que, a pesar de las prisas, algunos peatones esperarán en la esquina al coche patrulla; con teléfono móvil en mano, confían que no les falle el pulso y puedan grabar en máxima resolución la detención del loco que a pedradas pretendía derrumbar el Instituto Cervantes.


©RogelioJarquín 2011.

2 comentarios:

idoia dijo...

Gracias, querido Roger, porque hace tiempo que estoy en guerra evangélica.
Y lo digo públicamente: se está contando al revés. Yo no digo que Jesús (creo que se llamaba así) lo haga de mala fe, claro, es su ejemplito y vale lo que le vale. Lo que digo es que podía haberse informado mejor.

Yo lo reconozco, soy una crápula, una perdida. Soy la favorita de los
fariseos: de nadie sacan tanta materia criticable como de mí. Me gusta comer y beber y la suerte me ha dado siempre medios, (propios o ajenos) para mantener este ritmo. Temo a Dios por encima de todo,
eso sí, pero luego por debajo hago lo que me da la gana. Por eso, hay que entenderme, a mí nunca nadie me había dejado al cargo de nada. Y cuando me vi con aquel talento que mi amo tan generosamente me confiaba en su ausencia, me dije: ay dios !!! Esto va a volar en ron, cerveza, manzanillas, tabaco, porros... y pasteles
en dos días. Así que claro, para mantenerlo a salvo de mí misma, lo enterré.
¡Mil esfuerzos me costó olvidar debajo de qué piedra, en qué camino y qué cruz marcaba el lugar! Hubo noches ebrias y lujuriosas... Pero no lo hice,
no lo hice, no lo hice y cuando Él volvió, el lugar seguía intacto. Yo
aguanté.

Los demás dijeron: Señor, como sé que recoges donde has sembrado, he invertido el dinero y lo he multiplicado. Aquí está- dijeron-. Y lo iban dejando a sus pies. Claro, para ellos es fácil, ellos son banqueros,abogados, tienen familia, son responsables. Sólo quien haya dependido de sus
vicios como yo dependo de los míos puede entenderme.
Y al parecer Jesús noes de esos. En cuanto vio que le devolví lo mismo que él me había dejado,
con un gesto hizo que se me expulsara de allí a empujones y se me quitara el talento para dárselo a otro, a uno de esos ricachones que habían ganado un montón.
Lo primero que pensé fue: si llego a saber, me lo gasto en hombres y drogas!

Pero no es cierto. Porque yo sé que por una vez hice lo que debía, aunque nadie me comprenda ni me lo agradezca, y aunque ese tal Jesús, ya digo que no creo que tenga mala intención, vaya por ahí contando nuestra historia sin haberse informado previamente de todos los detalles.

val dijo...

buenísimo, impecable, como decirlo? me encantó Rogelio...
que placer