domingo, 8 de mayo de 2011

NAGUAL

A Brisa Rossell




Si un domingo o un jueves (en realidad cualquier día de la semana que amanezca soleado) te da por pasear durante largo tiempo hasta llegar a la calle Olmo y te asomas a la ventana de los Jarquín, te darás cuenta de que es una familia extraña pero no tan extraña. Es más normal de lo que la gente dice. Tienen fama de ingenuos, despistados, caprichosos, huraños y adormilados, pero nada de eso es cierto.

Los Jarquín de la calle Olmo son de una sinceridad que molesta. Aunque nadie suele preguntarles su opinión, acostumbran soltar verdades como si fuesen estornudos (¡Achís! ¡Pero que libro más flaco! ¡Achís! ¡Que película más en blanco y negro ¡Achís! ¡Que taxi más amarillo!), y tienen la fiel convicción de que el mundo es igualmente sincero. Por eso cuando escuchan en el metro a un hombre decir para sí que los mocasines le van a matar, ellos de inmediato se imaginan a ese par de zapatos de piel marrón con pequeños colmillos clavándose en los calcetines, devorando lentamente por los pies, como peligrosas boas, al pobre hombre que sale del vagón con las piernas más cortas de cuando entró.

Cada vez que el médico de la familia ausculta a don Ricardo (que, como todos los abuelos Jarquín, tiene cara y bigote de coronel) le termina riñendo por gozar de tan buena salud y se marcha enfadado jurando que no va a volver nunca más, que no puede perder el tiempo con un viejo chiflado que se inventa dolores y que tiene demasiados pájaros en la cabeza. El abuelo Jarquín se sienta en el borde de la cama, y por mucho que se sacude el pelo cano y mira el fondo del sombrero no consigue ver ni siquiera un aleteo o un pico o una pluma de los dichosos pájaros.

Si el día que se te ocurra asomarte a la ventana de los Jarquín es de mañana muy temprano, descubrirás que todos, menos el pequeño Hugo (un Jarquín de cinco años), todos en esa casa despiertan con una sed de naufrago. El coronel Jarquín, el padre con sus gafas para leer de cerca, la madre con sus gafas para leer de lejos, el primo César (dueño de una prospera tienda de muelles), las mellizas Helena y Elena, los tíos Ignacio y Claudio (afamados hombres orquesta) y Diana, la Jarquín de trece años, todos, en cuanto abren los ojos saltan de la cama y corren a la cocina a beber litros y litros de agua.

Te equivocas si desde la ventana decides creer que la gente tiene razón, que los Jarquín son seres adormilados y huraños. No te dejes engañar porque veas que al cruzarse en el pasillo de la cocina no se saludan con un beso, con un ¡buen día! ni siquiera con un frío hola o un simple gesto. A todos, excepto a Hugo, les cuesta mucho soltarse del sueño e intentan retenerlo en la memoria el mayor tiempo posible. Prefieren el silencio para disfrutar cada uno de sus sueños, incluso mueven la boca y los brazos como si los abrazaran o masticaran. A esa hora les irrita el mínimo contacto, el mínimo sonido porque un ruido o un roce de manos pueden provocar que los sueños se mezclen o extravíen, que se les resbalen entre los dedos o que hagan ¡plaf! como pompas de jabón y desaparezcan. Ahora comprenderás que no es por capricho que el primo César haya llenado todas las paredes y el suelo de minúsculos muelles sino porque confía que de esa forma los sueños puedan botar y rebotar sin hacerse daño.

Pero para entender la gran importancia que le dan a sus sueños los Jarquín, no bastará con mirarles desde la ventana. Tendrás que tocar a su puerta, ganarte su confianza y escuchar los sueños de cada uno de ellos. Si después de titubear un poco decides por fin tocar a la puerta, es recomendable que les lleves como muestra de amistad una cajetilla de cerillas o una linterna, un saxofón o una luciérnaga porque los Jarquín son propensos a coleccionar cosas con demasiada luz. Ellos te estarán tan agradecidos por el presente que te invitarán esa misma tarde a subir a su terraza para jugar una partida de cartas o dominó, y créeme, no existe mejor momento ni mejor lugar en toda la tierra para que un jarquín te confiese lo que realmente le importa.

No será difícil que se encariñen contigo, los Jarquín son seres de amores y odios espontáneos, y desde la primera partida es posible que empieces a comprender un poco más a esos Jarquín que viven en la calle Olmo.

Desde esa mesa de madera, mientras vuelven a barajar las cartas y te reparten una reina de bastos y un cinco de oros, te confesarán que todos (excepto el pequeño Hugo) poseen un nagual, una especie de guía, un animal fantástico que les lleva en volandas por los sueños a recorrer las maravillas del mundo. De esa forma los Jarquín se sienten y en verdad son felices disfrutando de sus dos vidas. De día se quejan del tráfico ellos que no conducen, compran montañas de discos de Chet Baker ellos que siguen con el tocadiscos estropeado, sacan las bicicletas en invierno y los paraguas en verano siempre desconfiando del hombrecillo del televisor que pronostica chubascos y ventiscas. De noche las cosas son muy distintas, se dejan llevar por su nagual, van a nadar al río Sena, se compran un reloj de arena en El Cairo, se suben a todos los tranvías de Lisboa desde donde saludan a los peatones y comen helado doble en Moscú.

El nagual del coronel es un elefante muy viejo, azulado y un poco sordo, el del padre Jarquín es un lobo con un colmillo roto y una cola hecha con retales de tela. El nagual de la madre Jarquín es una tortuga milenaria con el caparazón acolchado que come nueces sin parar. El del tío Ignacio es un rinoceronte con una trompeta por cuerno y el del tío Claudio es un escarabajo que sabe silbar; juntos improvisan canciones y dan conciertos en los cafés de Buenos Aires. El nagual del primo César es un saltamontes que con las patas traseras pinta retratos al óleo y el de Diana es una lechuza con cuerpo y voz de acordeón. Las mellizas Helena y Elena se intercambian los naguales; cuando a una le toca la jirafa con la escalera de caracol alrededor del cuello, a la otra le toca el gato parisino, verde y vegetariano.

Viajar tanto les provoca una inmensa sed por eso apenas despiertan salen disparados a la cocina para beber agua. En eso los naguales son muy parecidos a los Jarquín, sólo que no es agua lo que beben. Con sólo tocar cualquier objeto con luz (una vela, una luciérnaga, un saxofón, un tarro de miel) lo convierten en un líquido luminoso que beben con la misma ansiedad que los Jarquín el agua. Por eso los armarios de la casa están llenos de linternas y cajas de cerillas. Todas las noches los Jarquín antes de dormir guardan una bombilla bajo la almohada.

Es seguro que mientras escuchas esto te sorprenda ver a Hugo Jarquín sonreír fascinado, tan prendido a las historias como tú, como si fuese la primera vez que las oye. Pero no pienses mal. No es que Hugo no sea de la familia por no tener nagual. Hugo es tan Jarquín como el coronel o las mellizas. Simplemente es que los naguales nacen del primer diente de leche que se cae y el pequeño Hugo todavía conserva toda la dentadura.

El método es sencillo. Al diente, como a las plantas, hay que enterrarlo en el fondo de una maceta, colocarlo en un lugar ventilado y con mucho sol, echarle agua todos los días, ponerle música y esperar pacientemente.

Pero hay que tener mucho cuidado porque no falta algún roedor embustero que quiera engañarte y darte un par de monedas a cambio de tan preciada semilla. Te hacen creer que el trueque es un favor cuando en realidad es un gran timo. Existe un famoso ratón, arrogante y avaricioso que durante muchos años ha mentido a todo el mundo fingiendo ternura y generosidad, pero lo que en el fondo hace es plantar él mismos el diente para después vender el nagual a los circos y a ricos excéntricos que coleccionan animales extraños.

Pronto Hugo tendrá el suyo, lo sabe muy bien y por eso sonreirá, imaginándose el momento en que plantará su diente, deseando que, con un poco de suerte, su nagual sea un lobo como el de su padre.

Después de veinte partidas de dominó y cientos de sueños narrados, mirarás la hora en tu reloj pulsera y decidirás volver a casa. Apenas pongas los dos pies en la acera, los Jarquín de la calle Olmo se apresurarán a cerrar la puerta sin despedirse, pero no se los tomarás en cuenta porque sabrás que lo único que quieren en ese momento es reencontrarse con los sueños. Sólo Hugo Jarquín, desde una de las ventanas de la casa te mirará irte y te dirá adiós con una mano mientras con la otra se toca un colmillo que parece que empieza a moverse un poco.








©RogelioJarquín 2011.

8 comentarios:

idoia dijo...

Me encanta! Muy bien jarquin, muy bien

tata dijo...

Cuando me leíste el principio, nunca hubiera pensado que lo desarrollarías así. Te ha quedado precioso. Y tengo ganas de tener mi propio nagual (mmm... igual puede ser una kokeshi).

Édgar Ahumada dijo...

Roger,

Es un cuento delicioso, mi hermano. Los Jarquín que pasan del sueño a la vigilia cruzando atravesando el puente con ayuda de un vaso de líquido, y esa tradición tan vasta de los nahuales que apenas alcanza uno a concebir de tan maravillosa. Tú nos das la base y termina de construirse en la cabeza de cada quien. Eso es la literatura.
Un universo que inicia, se desarrolla y termina dejando tras de sí, esfericidades como pompas de nahual.
Recibe un abrazo, mi coterráneo escritor. Esto de los nahuales no sabes lo que me gusta.
Tengo dos alebrijes-nahual en la cabeza, uno es muy franco, ya sabes, y el otro baraja cartas en su mesa de madera.
¡Enhorabuena!

Carlos Lottini dijo...

me encanta el estado de ensoñación de los jarquín. Un cuento muy bien logrado1!!

Anónimo dijo...

!!!
:0)
val

Nieves Abascal dijo...

¡¡Por fin he entrado en tu página!! Ha sido tarde pero ha merecido la pena poder leer un cuento tan ingenioso

Unknown dijo...

espero que Brisa lo haya leído ya... te quieros y más.

Isuyumi dijo...

Realmente esta Fantastica,,,,,Es maravilloso,,,,como vas relacionando,,,,las personalidades de cada uno def la familia,,,,la forma en que viven,,,,,sus gustos y sobre todo la manera en que sus personalidades,,,,las vas relacionando con los nahuales,,,,,,,,,Animales,,,,,que definen el caracter de cada uno,,,,,,,,Es una historia magica,,,,y a la vez,,,,,tan real,,,,,¡¡¡¡¡Fantastica!!! Mi Roger,,,,,,-Wua,,,,,muy bien,,,:):))